Al final,
como diría la canción, “tós vamos a por lo mismo”. Porque la
educación (que no el adoctrinamiento o el libertinaje) no es más
que un río en el que confluyen otros muchos, de diverso caudal y
composición. Los meandros y valles formados por estos ríos muchas
veces incluyen aguas subterráneas, que los unen incluso antes de
llegar al cauce principal: este es el caso del pedagogo Paulo Freire
y los cuatro pilares de la educación que hemos planteado.
Freire,
fallecido hace ya 15 años, fue uno de los mayores pedagogos del SXX;
muy probablemente la historia le recordará y estudiará por su
enorme influencia en la nueva escuela. Con su principio del diálogo,
revolucionó absolutamente las relaciones entre los docentes y los
educandos; estableciendo las bases (siguiendo los pasos de Dewey)
para la creación de la escuela democrática.
Su
pedagogía del oprimido estrechó lazos con la Teología de la
Liberación, y su vida de lucha, coherencia y sabiduría es digna de
ser recordada. Recomendamos encarecidamente la lectura de cualquiera
de sus libros a los lectores, destacando las pedagogías del
indignado y del oprimido.
Es
considerado, además, como el último gran pedagogo, ya que fue el
último que analizó la educación como un todo, en el que la
sociedad, la historia y la antropología influyen enormemente.
En sus
planteamientos, habla de la violencia ejercida por los opresores, que
siempre han sido los mismos: las clases dominantes. Esta situación
siempre genera una deshumanización y una enorme alienación vital,
convirtiéndose en seres duales. Los
oprimidos son descriptos por Freire como seres duales que, de algún
modo "idealizan" al opresor. Se trata pues, de una
contradicción: en vez de la liberación, lo que prevalece es la
identificación con el contrario: es la sombra testimonial del
antiguo opresor. Ellos temen a la libertad porque ésta les exigirá
ser autónomos y expulsar de sí mismos la sombra de los opresores.
De esta forma, debería nacer un hombre nuevo que supere la
contradicción: ni opresor ni oprimido: un hombre liberándose.
La
violencia de los opresores convierte a los oprimidos en hombres a
quienes se les prohibe ser, y la respuesta de éstos a la violencia
es el anhelo de búsqueda del derecho a ser. Pero solamente los
oprimidos podrán liberar a los opresores a través de su propia
liberación. Los oprimidos deben luchar como hombres y no como
objetos, este es el descubrimiento con el que deben superar las
estructuras impuestas por la oposición.
El
método de Freire es harto conocido: el diálogo liberador. Éste es
un fenómeno humano, mediante el cual se revela la palabra como
elemento que es más que un medio para comunicarse, ya que impone
buscar en su esencia la acción y la reflexión. “No hay palabra
verdadera que no conlleve la unión inquebrantable entre acción y
reflexión” decía Paulo frecuentemente. El diálogo está
representado, pues, por la palabra auténtica, aquella que lleva a la
acción, y quien la ejecuta no se queda solo en la dialéctica, sino
que lo muestra en sus obras.
De
aquí radica la importancia de enseñar a hablar y a escribir
empleando las palabras de una forma verdadera; es el proceso que
puede llevar a la liberación de los oprimidos. Cuando éstos,
esclavos de la sociedad, pueden hablar de su vida con palabras
verdaderas, que llevan a acciones, se convierten en protagonistas de
la misma, llevando con esto a la autonomía y a la propia libertad.
En
definitiva, como dice Dussel, “la
de Freire es
una pedagogía planetaria que se propone el surgimiento de una
conciencia ético-crítica. Su acción educadora tiende, entonces, no
sólo a un mejoramiento cognitivo, aun de las víctimas sociales, o
afectivas, sino a la producción de una conciencia ético-crítica
que se origina en las mismas víctimas por ser los sujetos históricos
privilegiados de su propia liberación. El acto pedagógico crítico
se ejerce en el sujeto mismo y en su praxis de transformación: la
liberación así es el ‘lugar’ y el ‘propósito’ de esta
pedagogía.”
La
relación de todo esto con los pilares de la educación nos parece
bastante clara, aunque para ello hay que seguir una cadena de
razonamientos que a nosotros nos lo ha esclarecido bastante. En
cambio, para no poner las cosas tan fáciles al lector o lectora,
vamos a proponer una serie de preguntas, esperando que él o ella
saque sus propias conclusiones.
¿Cual
es el objetivo de la educación freireana?
¿Cual
es el objetivo de los pilares de la educación?
¿Qué
tienen ambos en común?
¿Cómo
se llevan a cabo ambos modelos pedagógicos?
¿Qué
es la libertad para Freire, y qué es la libertad si nos atenemos a
los pilares?
Para
finalizar os proponemos este magnífico vídeo del hombre que, a
nuestro parecer, debe tomarse como referente para la construcción de
una escuela en libertad.
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