martes, 11 de diciembre de 2012

Aprendemos más


Algunos “aprender a” que, sin ser pilares maestros como los anteriores, sí que tienen su importancia en cuanto a pequeñas columnas que ayudan a fortalecer aún más la estructura educativa. Hay tantos como opiniones queramos dar, como personas hay en el mundo, ya que como hemos sabemos cada cual de nosotros tiene diferentes experiencias en cuanto a lo que educar se refiere.
Estas son, pues, algunas de las pequeñas aportaciones que os presentamos. Pueden comentar abajo aquellas que más les hayan interesado, o añadir alguna que consideren importante.

Aprender a escuchar; aunque esto podría estar incluido en el apartado “aprender a convivir” (tiene mucha relación) nos parece que tiene una relevancia merecedora de un pequeño aparte. Aprender a escuchar es fundamental en el sentido de que, simplemente, no escuchamos. Oímos opiniones, oímos alegrías y oímos lamentos pero, ¿realmente los escuchamos? ¿comprendemos lo que nos quieren decir todas esas miradas, todos esos gritos de dolor, todos esos gestos y acciones, esas sonrisas, susurros en nuestros oídos? Más bien no. Tal es la vorágine de ideas y experiencias a la que nos enfrentamos día a día que resulta imposible prestar al atención que merecen aquellas que, finalmente, son las más importantes. Por eso, este aprender a escuchar se convierte en un aprender a ver, a tocar, a oler y a saborear; en definitiva un aprender a sentir.

Aprender a expresarse; no solo en el lenguaje hablado, sino el lenguaje oculto. La retórica y la capacidad expresiva han evolucionado de una manera enorme en los últimos años, gracias a las nuevas tecnologías que han revolucionado la manera en la que nos comunicamos. La educación no puede ignorar esta circunstancia, y en nuestra opinión debe incluir en su currículum actividades como oratoria y otras que mejoren las capacidades de improvisación y de expresión. En una sociedad mercantilizada como la actual, los estudiantes y futuros trabajadores y trabajadoras no seremos más que productos que una u otra empresa (o institución) querrán adquirir; negar lo contrario es negar una realidad evidente. Precisamente por ello es tan importante saber “vendernos”, saber diferenciarnos; en el mercado laboral y en la sociedad actual ya no vale con ser; desgraciadamente también hay que aparentarlo. Es una situación cruda, y en ocasiones injusta, pero que solo podremos cambiar desde arriba, jugando primero a ese juego para luego cambiar las reglas.

Aprender construyendo; y es que nada en este mundo está aislado, por lo que pretender mostrarlo como tal es un enorme error. Desde pequeños estamos encasillados en diversas asignaturas, que pertenecen a diferentes ámbitos, con distintos profesores, distintas metodologías, que incluso varían de un año para otro. Esto provoca por un lado confusión, y por otro lado una falacia cognitiva: el conocimiento no está aislado, realmente forma una extensísima red interconectada. Un claro ejemplo de esto es que, a priori, las matemáticas y la música no tienen ninguna relación, al menos en el modo en el que nos son presentadas en la escuela tradicional. En cambio, todos sabemos que la una no se comprendería sin la otra, y a viceversa; no hay más que leer los tratados pitagoristas acerca del tema. Lo mismo ocurre con otras ramas del conocimiento; y mientras más conocemos de las diversas materias más nos damos cuenta de su relación: ¿por qué no enseñar geología y geografía a la vez, o cuando menos, con cierta relación entre sí? Volvemos a la idea inicial; el conocimiento podemos plantearlo como un edificio construido con diversas partes, que se asientan sobre otras: imponer una separación etérea no tiene demasiado sentido.

Aprender a ser críticos; el sistema capitalista, sobre todo con la corriente neoliberal que nos domina desde hace unos treinta años ha amparado su concepto de la educación en el adoctrinamiento y el acriticismo. La trasmisión de la ideología del “todo vale”, del completo eclecticismo moral y de la desidia vital se enfrentan con los valores que la escuela tradicional ha defendido históricamente: la creación de librepensadores, de ciudadanos creadores de su propia opinión, capaces de leer, consultar, opinar y analizar la realidad de forma libre. Precisamente por esto, y como rebelión ante la cultura actual, la escuela debe erigirse como institución baluarte del pensamiento crítico, del inconformismo moral y de la libertad.

Aprender de la naturaleza; quizás sea el momento de ponernos chamanísticos, pero es bien cierto. Hemos olvidado todos aquellos conocimientos y rituales de nuestros antepasados y ancestros y curiosamente no hemos ido a mejor. Esto bien lo saben los aborígenes de ciertas tribus africanas, asiáticas y americanas que, en rebeldía, aun conservan parte de sus costumbres culturales. ¿Acaso escuchamos a los árboles? ¿acaso podemos interpretar el canto de las aves, la intensidad del arroyo, el color de las nubes? Intentar ignorar la fuerza, la energía de la naturaleza y nuestra conexión a ella es, simplemente, tratar de ignorar aquello que nos hace animales, humanos. Quizás sea el momento de reaprender algunas cosas, como diría Don Gregorio, de aprender el significado y la utilidad de la Lengua de las Mariposas.



Añadimos, para finalizar, un par de fragmentos de esta película que acabamos de citar; recomendándola a aquellos compañeros que aun no la hayan visto.




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