Algunos
“aprender a” que, sin ser pilares maestros como los anteriores,
sí que tienen su importancia en cuanto a pequeñas columnas que
ayudan a fortalecer aún más la estructura educativa. Hay tantos
como opiniones queramos dar, como personas hay en el mundo, ya que
como hemos sabemos cada cual de nosotros tiene diferentes
experiencias en cuanto a lo que educar se refiere.
Estas
son, pues, algunas de las pequeñas aportaciones que os presentamos.
Pueden comentar abajo aquellas que más les hayan interesado, o
añadir alguna que consideren importante.
Aprender
a escuchar; aunque esto podría estar incluido en el apartado
“aprender a convivir” (tiene mucha relación) nos parece que
tiene una relevancia merecedora de un pequeño aparte. Aprender a
escuchar es fundamental en el sentido de que, simplemente, no
escuchamos. Oímos opiniones, oímos alegrías y oímos lamentos
pero, ¿realmente los escuchamos? ¿comprendemos lo que nos quieren
decir todas esas miradas, todos esos gritos de dolor, todos esos
gestos y acciones, esas sonrisas, susurros en nuestros oídos? Más
bien no. Tal es la vorágine de ideas y experiencias a la que nos
enfrentamos día a día que resulta imposible prestar al atención
que merecen aquellas que, finalmente, son las más importantes. Por
eso, este aprender a escuchar se convierte en un aprender a ver, a
tocar, a oler y a saborear; en definitiva un aprender a sentir.
Aprender
a expresarse; no solo en el lenguaje hablado, sino el lenguaje
oculto. La retórica y la capacidad expresiva han evolucionado de una
manera enorme en los últimos años, gracias a las nuevas tecnologías
que han revolucionado la manera en la que nos comunicamos. La
educación no puede ignorar esta circunstancia, y en nuestra opinión
debe incluir en su currículum actividades como oratoria y otras que
mejoren las capacidades de improvisación y de expresión. En una
sociedad mercantilizada como la actual, los estudiantes y futuros
trabajadores y trabajadoras no seremos más que productos que una u
otra empresa (o institución) querrán adquirir; negar lo contrario
es negar una realidad evidente. Precisamente por ello es tan
importante saber “vendernos”, saber diferenciarnos; en el mercado
laboral y en la sociedad actual ya no vale con ser; desgraciadamente
también hay que aparentarlo. Es una situación cruda, y en ocasiones
injusta, pero que solo podremos cambiar desde arriba, jugando primero
a ese juego para luego cambiar las reglas.
Aprender
construyendo; y es que nada en este mundo está aislado, por lo que
pretender mostrarlo como tal es un enorme error. Desde pequeños
estamos encasillados en diversas asignaturas, que pertenecen a
diferentes ámbitos, con distintos profesores, distintas
metodologías, que incluso varían de un año para otro. Esto provoca
por un lado confusión, y por otro lado una falacia cognitiva: el
conocimiento no está aislado, realmente forma una extensísima red
interconectada. Un claro ejemplo de esto es que, a priori, las
matemáticas y la música no tienen ninguna relación, al menos en el
modo en el que nos son presentadas en la escuela tradicional. En
cambio, todos sabemos que la una no se comprendería sin la otra, y a
viceversa; no hay más que leer los tratados pitagoristas acerca del
tema. Lo mismo ocurre con otras ramas del conocimiento; y mientras
más conocemos de las diversas materias más nos damos cuenta de su
relación: ¿por qué no enseñar geología y geografía a la vez, o
cuando menos, con cierta relación entre sí? Volvemos a la idea
inicial; el conocimiento podemos plantearlo como un edificio
construido con diversas partes, que se asientan sobre otras: imponer
una separación etérea no tiene demasiado sentido.
Aprender
a ser críticos; el sistema capitalista, sobre todo con la corriente
neoliberal que nos domina desde hace unos treinta años ha amparado
su concepto de la educación en el adoctrinamiento y el acriticismo.
La trasmisión de la ideología del “todo vale”, del completo
eclecticismo moral y de la desidia vital se enfrentan con los valores
que la escuela tradicional ha defendido históricamente: la creación
de librepensadores, de ciudadanos creadores de su propia opinión,
capaces de leer, consultar, opinar y analizar la realidad de forma
libre. Precisamente por esto, y como rebelión ante la cultura
actual, la escuela debe erigirse como institución baluarte del
pensamiento crítico, del inconformismo moral y de la libertad.
Aprender
de la naturaleza; quizás sea el momento de ponernos chamanísticos,
pero es bien cierto. Hemos olvidado todos aquellos conocimientos y
rituales de nuestros antepasados y ancestros y curiosamente no hemos
ido a mejor. Esto bien lo saben los aborígenes de ciertas tribus
africanas, asiáticas y americanas que, en rebeldía, aun conservan
parte de sus costumbres culturales. ¿Acaso escuchamos a los árboles?
¿acaso podemos interpretar el canto de las aves, la intensidad del
arroyo, el color de las nubes? Intentar ignorar la fuerza, la energía
de la naturaleza y nuestra conexión a ella es, simplemente, tratar
de ignorar aquello que nos hace animales, humanos. Quizás sea el
momento de reaprender algunas cosas, como diría Don Gregorio, de
aprender el significado y la utilidad de la Lengua de las Mariposas.
Añadimos,
para finalizar, un par de fragmentos de esta película que acabamos
de citar; recomendándola a aquellos compañeros que aun no la hayan
visto.
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